sábado, 4 de julio de 2009

Aguas profundas


Paréntesis vital, de nuevo. Vosotros, my friends, comprenderéis que esta canícula estéril no me conduce a nada. Es un cul de sac desaprovechado.
Con candor, pero medularmente convencida, así lo percibo y siento el plomo de julio sobre mi testa improductiva ya. No es sólo una efusión de mi cerebelo.
Hasta la silla turca se me altera con tanto calor urbanita. Mi decisión está tomada: emigro. Ésta laguna está seca. Se apergaminan mis élitros. No quiero ser animal de ciudad por más tiempo.
¿Que cual es mi destino? ¿Y me lo preguntáis?... El MAR. Me voy a mi refugio. Cargada, eso sí. Libros y más libros (literatura portátil, diría yo) y una cierta deconexión me regenerarán. Viviré en mi pequeño planeta (como El Principito)y me percataré de lo que no es visible a los ojos, veré crecer las rosas y me liberaré del monóxido de carbono, del ruido vehicular y popular y hasta de las coordenadas globales. Rumbo al Sur. A treinta metros del mar, vacío de cuerpos en bañador y de niños chillones (aunque parezca inconcebible).
A pesar de que las palabras son simples símbolos, os echaré mucho de menos.
Desde mi venero creativo os enviaré mis pensamientos.
"El mar cabe en una sola hola. Ven ahora, mar, y siéntate a mi lado.
...Y luego,cuando lo deseo, o se me escapa, me baja por las venas y viaja por mi cuerpo..."
..."Dale a mi verso, mar, la ligereza
la gracia de tu ritmo renovado". (Alberti, claro)

4 comentarios:

  1. Beatus ille qui procul negotiis,
    ut prisca gens mortalium
    paterna rura bobus exercet suis,
    solutus omni fenore,
    neque excitatur classico meles truci
    neque horret iratum mare,
    forumque vitat et superba civium
    potentiorum limina.

    Alma de Mar, Beata Tu et Carpe Diem.

    Jorge Amar

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  2. Dichoso aquél que lejos de los negocios,
    como la antigua raza de los hombres,
    dedica su tiempo a trabajar los campos paternos con los bueyes,
    libre de toda deuda,
    y no se despierta como los soldados con el toque de diana amenazador,
    ni tiene miedo a los ataques del mar,
    que evita el foro y los soberbios palacios de los ciudadanos poderosos.

    Horacio, Epodos, 2, 1

    Lo dicho: Alma de Mar, Feliz tú y no dejes escapar el día.

    Jorge Amar

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  3. Jorge: ¡Qué felicidad codearse con los clásicos!.
    Sólo en una cosa no estoy de acuerdo con Horacio; no estoy libre de toda deuda, tanto moral como material. Pero, sí: me alejo del foro... por un tiempo. Y te prometo que aprovecharé los ataques del mar para inspirarme.
    Y sentiré morriña de los amigos.

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  4. A tan sólo treinta metros del mar y sin horteras, con y sin bañador. No debe ser mal sitio, vive Dios. Te conozco hace poco pero en cuanto te ví me dije: "tiene buen gusto esta mujer". Pues nada, señora mía, que lo pase usted bien y, cuando abran los colegios, sepa que en el mío tiene plaza.

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