domingo, 21 de febrero de 2010

Carnestolendas



No puedo dejar que se vaya febrero sin hablar de las fiestas, que desde los sumerios y pasando por la Saturnalia o Bacanales de los romanos han pasado por Venecia y a través de esta hermosa capital (vía Génova) a la ciudad más antigua de Occidente: Cádiz.



Esos días previos que se oponen a los de penitencia, ayuno y abstinencia frente a la gula, los pecados de la carne y el desmadre.



Ya sé que hay Carnavales en casi todas partes y que se recuerda a Don Carnal y a Doña Cuaresma con fruición, pero El Carnaval de Cádiz, reconocido de Interés Turístico Internacional y perteneciente a los diez Tesoros del Patrimonio Cultural Inmaterial de España es distinto. No todas las fiestas de Carnaval pueden decir lo mismo. Y es que con arte, se nace.



Ya desde el siglo XV, los gaditas querían vacaciones por estar en Carnaval y aunque ha habido momentos históricos en los que se le ha querido desterrar, el pueblo ha ganado el pulso.



Ni Fernando VII ni los franceses pudieron con los Carnavales. Y ahí están. Con sus chirigotas, comparsas, cuartetos y coros ( las cuatro modalidades típicas de agrupaciones) .



Ya a principios del siglo XX, el Tío de la Tiza triunfaba con sus coros; precisamente al coro de Los Anticuarios pertenece el tango de Los Duros Antiguos, que cualquier gaditano se sabe al dedillo.



En la Tacita de Plata hay casi un mes de Carnaval; aunque oficialmente dura diez días, hay que contar con los actos gastronómicos, ensayos generales, dias de concurso, el Carnaval Chiquito...



Ya se habrá celebrado "La Erizá" (donde por todas partes se pueden degustar esos moluscos típicos que son los erizos de mar). Pero aún quedan las tortillas de camarones, la piriñaca, los langostinos, ostiones y galeras...y las "papas aliñás".



Lo más entrañable del Carnaval de Cádiz es que se vive por la calle, que todo el pueblo participa, que no se concreta en un local o una zona. Todo el mundo se disfraza y los disfraces son el sumum de ingenio e inteligencia. A las murgas callejeras (chirigotas que no concursan) y que empezaron en el barrio de la Viña, el más antiguo en materia carnavalesca, se unen los miles de visitantes que acuden a Cádiz a pasárselo bien.



Recuerdo a Rocío Jurado que en el año 1985 fue una pregonera sin igual . La noche del Gran Teatro Falla, situado en la plaza Fragela junto a la Facultad de Medicina, y en donde bajo el drago milenario de su patio central tomábamos el sol entre clase y clase. Desde las fiestas con glamour a las que sólo asistía un selectísimo público se ha pasado , para satisfacción de la mayoría, a una noche compartida y disfrutada por todo el mundo. La proclamación de la Diosa del Carnaval, que como suele suceder, nunca es la más guapa, sino que se la elige por varas: siempre es la más alta. La Gran Cabalgata, con más de cincuenta carrozas que presidía la de la Reina del Carnaval y cerraba la de la bruja Piti.



En aquella época, los estudiantes comprábamos el Diario de Cádiz para ver si habíamos salido en alguna fotografía; no todos los días podíamos permitirnos el lujo de comprar el periódico. La vida se reducía a estudiar, ir a clase, comer bazofia en el Colegio Mayor o Residencia de monjas, y bajar por la calle Benjumeda contemplando las tiendas de moda a las que no se podía hincar el diente porque el dinero del mes no daba para tanto. Como mucho, y de vez en cuando, tomar un té y pastel en La Camelia. Y estar antes de las once de la noche en la Residencia de chicas que las monjas cerraban a cal y canto sin importarles dejarte en la puñetera calle.



En la distancia, ya no sé ni cuando empieza o termina el Carnaval y es difícil pensar en los tiempos que corren que doña Cuaresma se lleve el gato al agua y que a don Carnal le lleven a la cárcel. El Arcipreste de Hita se "rayaría" viendo los botellones, los góticos, el póntelo pónselo, la píldora del día después, el aborto a los dieciséis años y los analfabetos de la Logse. Y no porque en su época no existieran borrachos, gente sucia, Celestinas, prostitutas e ignorantes, que los había, pero no podría creer que se haya avanzado tan poco en ciertas materias desde el siglo XIV.



¡Y aún se siguen celebrando fiestas de Carnaval!

martes, 2 de febrero de 2010

El detalle de un amigo

Me gustaría ofreceros un poema que me ha enviado Juan Manuel Ballesta; me ha pedido ponerlo en el blog. Se trata de una variación sobre un poema mio que se llama


Enero en el jardín.




Se desgajan las mimosas olorosas

bajo el peso de sus flores emboladas

no es aroma, es un recuerdo

de albores, de cuna, de alma.




Éste es el poema de Juan Manuel:


Se desgajan ya las mimosas

olorosas

bajo el peso de sus flores

y colores.

No es aroma, es recuerdo,

son albores,

de cuna, de alma, de primicias

y de amores.