domingo, 21 de abril de 2013

    Hace tres años que Mauri nos acompaña desde otro lugar.
Ya sé que no puedo besarle, ni abrazarle, ni hablar y reirme con él...
Le echo mucho, mucho, de menos.  Echo de menos sus inteligencia, su simpatía, su ingenio, su belleza y sobre todo su ternura y su amor para conmigo.
Claro que las cosas materiales no tienen demasiada importancia. Por eso trato de pensar que sigo teniendo lo más importante: su amor. Le hablo, le cuento cosas, le agradezco que haya compartido  su vida conmigo. Sabe que sus camisetas de rugby las llevan sus amigos, que aquella otra camisa azul que tanto le gustaba, me la he quedado yo y aunque la lave, siempre huele a él.
También sabe que no hay momento en que no lo recuerde, aunque mi tristeza y desesperación se hayan convertido en paz. Que cada primavera espero las rosas que me traía. Que mis lágrimas son mas dulces. Que el desgarro de mi corazón se va curando. Que ya tengo cierta ilusión por emprender proyectos. Que me emociono cuando sus muchos amigos le nombran y cuelgan fotos en el facebook. Que es hermoso pensar que sigue vivo en nuestras palabras, en los homenajes que le hacen, en la sonrisa eterna que me sigue por toda la casa.
No puedo oir su voz, pero la siento, susurrándome su cariño, su consuelo, su tristeza por mi dolor.
Me anima a estar alegre, a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, a pensar que todo es pasajero.
Que tarde o temprano volveremos a estar juntos en algún lugar.
Te quiero, hijo mío.
Pongo la foto que tenías en el facebook, de tu época de guardería y que nos hacía tanta gracia.


2 comentarios:

  1. Felicidades Amalia por ese hijo maravilloso y por haber encontrado la paz dentro de tanta rabia, eres fuerte amiga, muy fuerte. Te queremos. Un beso.

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  2. Richie!!! Cómo me alegra saber que me sigues, como buen amigo que eres.
    Siempre te agradezco lo bueno que eres conmigo.
    Estoy un poco huérfana de entradas porque los amigos no saben que he reiniciado el blog.

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